Como siempre suele pasar, las nuevas palabras del ámbito tecnológico se crean en el mundo anglosajón. En este caso Observability, una palabra que suena increíblemente bien en inglés y que quizá su traducción literal, “observabilidad”, nos deja el cuerpo un poco tibio.
¿Qué significa observabilidad? Esta palabra, que seguramente ya habrás visto utilizar a más de una empresa, se define como la capacidad de los estados internos de un sistema para ser determinados por sus salidas externas. En otras palabras, cuando encontramos algo dentro de nuestra aplicación que está fallando, queremos ser capaces de averiguar qué está sucediendo con solo mirar los resultados. Eso es precisamente la observabilidad, la capacidad de saber qué está sucediendo a través de métricas, registros y seguimiento.
La pregunta que nos viene a la mente ahora es: ¿Y en qué se diferencia la observabilidad de la monitorización?
Qué es la monitorización
Ante todo, tenemos que ver la palabra “monitorizar” como un verbo, algo que hacemos para con nuestras aplicaciones y sistemas para determinar en qué estado se encuentran. Desde un test rápido de forma para saber su estado general, hasta una revisión proactiva y más en detalle, como un chequeo médico a fondo.
Como sabemos, monitorizamos nuestras aplicaciones para detectar problemas o anomalías. La monitorización nos ayuda a encontrar la causa raíz de los problemas y obtener información sobre los requisitos de capacidad y las tendencias de rendimiento a lo largo del tiempo.
Lo que acabamos de explicar sería la “parte básica” de la monitorización, pero si vamos un poco más allá veremos cómo ha evolucionado a lo largo de los años para convertirse en una parte imprescindible de nuestro trabajo. Sin ir más lejos, durante el desarrollo de una aplicación, usamos la monitorización para correlacionar aquello que hemos programado con los resultados que obtenemos, mientras que los expertos en arquitectura IT pueden validar qué patrones y modelos ofrecen un mayor rendimiento.
Para conseguir todo esto, las herramientas de monitorización utilizan muchas técnicas, como la instrumentación y el rastreo para recopilar, digerir, correlacionar y analizar montones de métricas en las aplicaciones.
¿En qué se diferencia la monitorización de la observabilidad?
Como hemos visto, el término “observabilidad” no es para nada nuevo. De hecho, es una palabra que tiene su origen en el mundo de la ingeniería.
Si recordamos, antes hemos dicho que la observabilidad se basa en las conclusiones que podemos sacar del estado interno de un sistema a partir del conocimiento de sus resultados externos. En contraste con la monitorización, la observabilidad cobra una mayor importancia cuando consideramos tanto las características de las aplicaciones modernas como el ritmo al que se entregan.
Hoy en día, a medida que las organizaciones avanzan hacia cargas de trabajo en contenedores y arquitecturas de microservicios dinámicos, las viejas prácticas de monitorización a posteriori ya no se pueden escalar. Por este motivo, es fundamental que se empleen nuevos métodos para comprender mejor las propiedades de una aplicación y su rendimiento.
En otras palabras, la monitorización tradicional se queda corta cuando intentamos escalar aplicaciones modernas, y es en este punto donde tenemos que emplear la observabilidad.
Hay muchas prácticas que contribuyen a la observabilidad, algunas de las cuales se pueden encontrar en productos y herramientas. Muchos de estos hacen un gran trabajo al externalizar eventos clave de la aplicación a través de registros, métricas y eventos. Con la trazabilidad, por ejemplo, podemos determinar de manera más fiable el estado del rendimiento de la aplicación.
Otro ejemplo sería que podemos aumentar la observabilidad activando la captura y el análisis de métricas durante la implementación de una aplicación en contenedores. Al integrarnos en la implementación en sí, podemos comprender mejor un sistema a partir del trabajo que está realizando, en este caso, a medida que se escala y cambia de forma dinámica.
Mejorar la observabilidad significa vigilar todos los componentes de la aplicación, desde los front-end móviles y web hasta la infraestructura. En el pasado, esto habría implicado recopilar y analizar información de muchas fuentes de datos: registros de aplicaciones, datos de series de tiempo, etc. Ahora, sin embargo, para obtener una imagen real de la experiencia del cliente, necesitamos información más clara en el contexto de cómo se utilizan las aplicaciones móviles y web.
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